sábado, 7 de abril de 2012

Entrada en calor-25 de Marzo


Que lejos queda, Kathmandu otra vez. Después de cuatro años y 27 horas de vuelo parando en Doha, Qatar, volvimos. Si, aquí estamos nuevamente en Nepal, con intenciones de saldar una deuda pendiente. Motivados por un trekking que nos quedo en el tintero, salimos nuevamente para el continente asiático. Todo parece familiar, los recuerdos cercanos, el aire denso de la polución, la resolana detrás de la nube de gases y el idéntico estado calamitoso del aeropuerto internacional mas peligroso del mundo, el de Kathmandu.
También la onda de los nepalíes y el olor a incienso hindú cuando caminas cerca de los templos (Mandir).
Como no podía ser de otra manera, las 8:45 hs de diferencia que nos separan con Argentina nos cayeron todas juntas sobre la cabeza durante los primeros dos días de viaje. Todavía no logro entender porque 8:45, ni siquiera 8:30, como para argumentar que te quedaba incomodo el horario y partiste un hora al medio. De donde saldrán esos 45 minutos de diferencia (un tiempo de futbol sin adicional?) o serán los 15 que faltan para completar las 9:00hs el problema?
Lo único que se es que si es difícil hacer los cálculos para llamar a la hora adecuada, desde acá se complica un poco más.
Después de solucionar los típicos problemas que aparecen a la hora de extraer dinero de los cajeros automáticos y sin descanso, salimos a las calles.

Pasear por esta ciudad siempre es agradable, porque caminas con la certeza que adonde estas yendo es un lugar interesante para ver. Sobre todo sabiendo que cuando llega la hora de sentarte en un bar, vas a conseguir una comida posible y una bebida medianamente fría.
Las calles atestadas de actividad, sin veredas, ruidosas, desprolijas y excitantes.

La tradición y los cuatroscientos años de antigüedad todavía soportan el “empuje de la modernidad”.
Los personajes y colores vivos de las frutas y los tejidos contrastan con el fondo gris y polvoriento que deja la temporada seca sobre la ciudad.
La Plaza principal (Durbar Square) de Kathmandu sigue ahi, congelada en el tiempo y no logra zafar de las clásicas palomas que suplantan la ausencia de arenero, hamacas y toboganes.
Y los ojos de Budda te miran siempre, te siguen siempre, te cuidan siempre.
SIEMPRE